NOTAS SUELTAS. Julio, no tan regalado

Dos mujeres se refrescan en la fuente de la Piazza del Popolo en Roma. Imagen Picture Alliance
“¡Qué calor!” (Expresión recurrente)
HERMOSILLO, SONORA, MX. — Las lluvias pronosticadas al inicio del mes se ven tan lejanas como el cumplimiento de las promesas de paz en Medio Oriente, aunque las resequedades locales y regionales alienten expectativas ligadas a la presencia de fenómenos como huracanes y ciclones que, en su paso por las aguas caribeñas y del Pacífico, arrojen al menos vientos frescos, nubosidades promisorias y precipitaciones por encima de un riego de jardín sobre todo en las proximidades de ríos, arroyos y simples estanques.
El mes de julio ingresa con temperaturas que causan envidia e ilusión por el hielo ártico y polar y el frío que azota el sur del continente; sin embargo, la calentura estacional se pone a punto de hervor cuando aparece la dimensión emocional en forma de sionismo, extrema derecha y asquerosas cantidades de dinero en combinación con las formas viejas y nuevas del expansionismo gringo y la rapiña inmobiliaria.
Hoy es la colonización silenciosa de la Patagonia argentino-chilena, como puede ser Chiapas. O sangrienta como es en Palestina, como ha sido África, las islas del Pacífico, el sudeste asiático y, muy importante, el universo mediático del sur global, de los países que lograron su independencia formal pero que la parcelaron mediante instrumentos de recolonización financiera, comercial, tecnológica o “estratégica” en favor del Norte global.
Ahí tiene usted los tratados, acuerdos y pactos “comerciales” que impulsan, justifican y obligan la dependencia de los pueblos hacia quienes prometen libertad, democracia y progreso entre ataques de risa apenas disimulados e ingentes recursos para la corrupción institucional y el nacionalismo de alcantarilla.
En medio de las frustraciones climáticas y la tragedia ecológica que insistimos en ignorar, tenemos la amenaza del inicio de la mega obra hidráulica del sexenio, es decir, las tres presas de Sonora, donde alcanza más una meada etílica para mojar siquiera nuestras arideces no sólo productivas, sino mentales y emocionales. Somos, salvo excepciones, un pueblo pasivo y acomodaticio, sin arranque propositivo ni ejecutivo y con vacío judicial.
Celebramos el cemento como elemento visual del progreso, nos cargamos cuanto árbol encontramos en el camino de futuros fraccionamientos, confundimos el desarrollo urbano con el inmobiliario y nos hacemos del uno y el dos en las áreas verdes y calcinamos el entorno urbano en vez de disminuir el impacto de la temperatura y potenciar la filtración de la lluvia en áreas de recarga.
Volteamos para otro lado cuando las empresas constructoras vacían de vegetación los parques y plazas y tenemos orgasmos futuristas con el anuncio de nuevos centros comerciales y estructuras arquitectónicas de chorreante cursilería, bajo el supuesto de que es moderno vivir en chorizos verticales de varios pisos.
La actualidad es vertical y que se pudra la casa con patio y jardín frente al loft fotogénico o al piso caro, pero que suaviza el complejo de inferioridad y la ausencia de pertenencia del futuro habitante.
La lluvia es promesa de vida, pero también representa una vaga posibilidad para el futurismo hidráulico con hambre de presas que justifiquen los negocios de los constructores y la imagen de los políticos que les sirven de tapadera.
Sonora es un claro ejemplo de creación de islas de calor, de desaseo en materia de riego y almacenamiento del agua, de ignorancia supina y de codicia. En cualquier caso, insistir en que una presa actúa como un tapón que impide el libre flujo del agua y su distribución natural es como hablarle a una pared con ínfulas de comprensión de la naturaleza y sus procesos. La sequía avanza y, eventualmente, atraviesa la pared de la conciencia social, para encontrar que quizá adentro ya no queda nada por secar.
El mundo está teniendo cada vez más claro que el imperio del dólar no admite soberanías, ni libertades, ni derecho internacional. Que impulsa la desigualdad como imagen del éxito de unos a costa de otros, fortelece la defensa de unos a costa de otros y promueve la seguridad a costa de la inseguridad de muchos. El sistema es exclusivo y excluyente, pero no falta quienes, desde el poder, sean incapaces de imaginar un mundo libre de opresión, desde sus cárceles académicas o burocráticas.
Será por eso que nos apegamos al T-MEC, acatamos la Agenda 2030, impulsamos la cultura Woke, guardamos distancia con China, Rusia y el Sur global, guardamos silencio ante la injusticia o nos abstenemos de condenar al genocida y actuar en consecuencia.
Seguimos orbitando el foco gringo como polillas suicidas deslumbradas por la expectativa de extinción con corrección política. Por eso defendemos y le hacemos el juego al Norte, siendo que por historia y vocación nuestra pertenencia, origen y futuro está en el Sur.
Europa colapsa por dejarse llevar y financiar guerras ajenas. La industria militar (donde destaca EUA e Israel) engorda y la clase trabajadora europea arde de calor e indignación. El horno mundial, que atestigua el agotamiento de un modelo económico que nunca pudo superar sus fallas ni entender su temporalidad, está para cocinar el cambio.
Julio no será regalado ni aquí ni en el resto del mundo. Y no lo será mientras sigamos el calendario ajeno e ignoremos el propio.
http://jdarredondo.blogspot.com
Fecha de publicación viernes 4 de julio de 2025