Barriles tóxicos frente a Los Ángeles revelan su secreto

Los robots submarinos revelaron miles de barriles tóxicos en el fondo marino que formaron misteriosos halos blanquecinos en los sedimentos oceánicos. Imagen: Schmidt Ocean Institute
Durante décadas, el fondo marino frente a las costas de Los Ángeles se convirtió en el escenario de un vertedero industrial masivo. Entre 1930 y principios de la década de 1970,miles de barriles metálicos cargados de desechos químicos fueron arrojados a estas aguas, junto con residuos de refinerías, perforaciones petroleras, basura doméstica e incluso explosivos militares y materiales radiactivos, según documenta la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).
La magnitud del desastre ambiental es difícil de calcular con precisión. Según cita Live Science, los estudios realizados por el Instituto Scrippsentre 2021 y 2023 identificaron aproximadamente 27.000 objetos con forma de barril y más de 100.000 elementos de desecho en total esparcidos por el lecho marino.
Este problema ambiental salió a la luz pública en 2020,cuando robots submarinos documentaron imágenes impactantes de barriles corroídos rodeados por inquietantes «halos» blanquecinos en el sedimento circundante. La sospecha inicial fue inmediata: ¿podría tratarse de DDT, el pesticida prohibido en 1972 y ampliamente conocido por sus efectos devastadores en la salud humana y la fauna marina?
Investigación submarina
Para responder a esta interrogante, en 2021 un equipo de científicos a bordo del buque de investigación Falkor del Schmidt Ocean Institute decidió investigar más a fondo el área contaminada. Utilizando el vehículo submarino teledirigido SuBastian, los investigadores recogieron muestras de sedimentos a distancias precisas de cinco barriles diferentes, tres de los cuales presentaban esos misteriosos halos blancos que habían llamado la atención inicialmente.
La tarea resultó sorprendentemente difícil: «Dentro de los halos blancos, el fondo marino se volvió repentinamente como hormigón», según explica un comunicado de prensapublicado de la Universidad de California-San Diego. Los investigadores tuvieron que recurrir al brazo robótico del ROV para arrancar un trozo del sedimento endurecido.
El análisis de las muestras deparó una revelación inesperada. Los niveles de DDT no aumentaban al acercarse a los barriles, lo que indicaba claramente que estos no eran la fuente de la contaminación por DDT.
La respuesta llegó cuando Johanna Gutleben, tras varios intentos fallidos de extraer ADN microbiano de las muestras, decidió medir su pH. El resultado fue impactante: alrededor de 12, un nivel extremadamente alcalino que explicaba tanto la escasez de vida microbiana como la formación de los halos.
DDT vs residuos alcalinos: dos tipos de contaminación oceánica
Los barriles con halos no contenían DDT, sino residuos alcalinos altamente cáusticos. Esto no significa que no haya contaminación por DDT en la zona –de hecho, los sedimentos están masivamente contaminados con este pesticida prohibido–, pero la fuente principal de esa contaminación fueron los vertidos directos al océano realizados décadas atrás. Se trata, por tanto, de dos problemas ambientales distintos que coexisten en la misma área marina.
El misterio de los halos también quedó resuelto. Cuando los residuos alcalinos se filtraron de los barriles, reaccionaron con el magnesio del agua de mar para crear brucita, un mineral que cementó el sedimento en una corteza similar al hormigón.
Esta brucita se disuelve lentamente, manteniendo el alto pH en el sedimento circundante y creando un ambiente en el que solo unos pocos microbios extremófilos pueden sobrevivir. Cuando este entorno entra en contacto con el agua de mar, forma carbonato cálcico que se deposita como polvo blanco, creando los anillos fantasmales que llamaron la atención de los investigadores.
Lo más preocupante es que estos residuos alcalinos han persistido durante más de medio siglo, en lugar de disolverse rápidamente en el agua de mar como cabría esperar. «Esto amplía nuestra comprensión de las consecuencias del vertido de estos barriles», afirmó Paul Jensen, microbiólogo marino emérito de Scripps y autor principal del estudio, publicado en la revista PNAS Nexus.»Es impactante que, más de 50 años después, sigamos viendo estos efectos», agregó.
El descubrimiento recontextualiza por completo este desastre ecológico. Si bien la zona está efectivamente contaminada con DDT, ahora sabemos que también debemos preocuparnos por los residuos alcalinos cáusticos.
«El DDT no fue lo único que se vertió en esta parte del océano y solo tenemos una idea muy fragmentada de qué más se vertió allí», señaló Gutleben. «Hasta ahora hemos buscado principalmente DDT. Nadie pensaba en los residuos alcalinos antes de esto».
La posible salida: microbios
Los científicos sugieren utilizar los halos blancos como indicadores visuales para identificar qué barriles contienen residuos cáusticos, lo que permitiría evaluar mejor el alcance de esta contaminación. Según Jensen, aproximadamente un tercio de los barriles observados hasta ahora presentan estos característicos halos, aunque se desconoce si esta proporción se mantendrá a medida que se amplíen las prospecciones.
Mientras tanto, Gutleben y Jensen continúan su trabajo explorando si existen microbios capaces de descomponer el DDT presente en los sedimentos. Esta biodegradación podría ser la única esperanza viable para eliminar la contaminación, ya que intentar remover físicamente los sedimentos probablemente causaría más daño que beneficio al dispersar las sustancias tóxicas en la columna de agua.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información de PNAS Nexus, Universidad de California-San Diego y Live Science.
Fecha de publicación viernes 12 de septiembre de 2025/DW