Nov 7, 2025

Científicos hallan megaciudad con miles de arañas bajo tierra

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araña

En algún punto de la frontera entre Grecia y Albania, una cueva cálida y cargada de azufre esconde una escena que pondría a prueba los nervios de cualquier aracnofóbico: una red de seda que cubre más de cien metros cuadrados y da refugio a unas 111.000 arañas.

Los espeleólogos checos descubrieron en 2022 esta telaraña masiva que alberga a 111.000 arañas en condiciones extremas. Imagen: Urák et al., Subterr. Biol., 2025

La llamada Cueva del Azufre es mucho más que un refugio para esta colonia descomunal. Se trata de un ecosistema único, donde la vida prospera en condiciones que parecerían diseñadas para impedirla: oscuridad absoluta, aire denso en azufre y un ambiente subterráneo tóxico donde, pese a todo, la vida se abre camino.

Descubrimiento de la telaraña gigante

El descubrimiento tuvo lugar en 2022, cuando un grupo de espeleólogos de la Sociedad Espeleológica Checa exploraba la zona y se topó con esta insólita comunidad de arácnidos. Sorprendidos por lo que vieron, contactaron de inmediato a un equipo de biólogos.

Desde entonces, el investigador István Urák, de la Universidad Húngara Sapientia de Transilvania, ha encabezado varias expediciones para estudiar en detalle el fenómeno.

 

Urák describió su primera impresión como una mezcla de gratitud y respeto: «Hay que vivirlo para saber realmente lo que se siente», declaró a Live Science.

 

Según los investigadores, que publicaron sus hallazgos en la revista Subterranean Biology, la telaraña cubre más de cien metros cuadrados; una extensión tan grande que, como ironizó el medio IFL Science, sería «lo bastante amplia como para atrapar una ballena».

 

La estructura comienza a unos 50 metros de la entrada de la cueva y se despliega a lo largo de una sección estrecha y de techo bajo, sumida en completa oscuridad.

Las arañas de la Cueva del Azufre no solo se comportan de forma diferente: también presentan diferencias genéticas y una microbiota intestinal menos diversa que sus parientes de la superficie. La falta de intercambio poblacional y el prolongado aislamiento en este entorno extremo parecen haber favorecido esas variaciones.

 

Según los investigadores, el hallazgo ilustra la «plasticidad genética» que algunas especies pueden desarrollarse en condiciones tan singulares.

 

En un entorno donde el aire está cargado de vapores sulfurosos y la luz solar nunca penetra, la vida ha encontrado una forma no solo de resistir, sino de florecer. Lo que podría parecer una escena sacada de una pesadilla es, para los científicos, una prueba más de que la naturaleza aún guarda sorpresas en sus rincones más oscuros.

 

Y en este caso, esa sorpresa tiene ocho patas… o, mejor dicho, ciento once mil veces ocho.

Fecha de publicación viernes 7  de noviembre 2025/DW

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