¿Cómo actuar ante pacientes que rechazan tratamientos oncológicos?

La señora G.O. tiene 80 años, es maestra jubilada y enviudó hace una década. No tiene familiares cercanos pero vive en su casa en compañía de dos gatos y un perro que rescató de la calle. «Yo soy sola», le dice al Dr. Gustavo Kusminsky, médico consultor en hematología y profesor de medicina en el Hospital Universitario Austral, en Buenos Aires, Argentina, para luego rechazar un tratamiento que el especialista en oncohematología le ofrece contra un mieloma múltiple que amenaza su vida. «Doctor, prefiero no hacerlo», comentará con total tranquilidad la paciente y sus palabras resonarán en el consultorio y ahora son parte de un artículo publicado recientemente en Medicina.[1]

Dr. Gustavo Kusminsky

En el artículo el Dr. Kusminsky comenta que se esforzó para que a la paciente le quedara claro que necesitaba recibir un tratamiento oncológico.[1] Le explicó que este sería principalmente por vía oral, que no requeriría, al menos de manera inicial, hospitalizaciones y que demandaría consultas médicas espaciadas. A pesar de toda la información brindada la señora G. O. mantuvo su posición.

«La paciente no tenía ningún indicio de depresión y su argumento era lógico», señaló el Dr. Kusminsky. La señora G.O. ya recibía varios fármacos para la hipertensión arterial, estaba anticoagulada por una fibrilación auricular y manejaba una dislipidemia con fenofibrato. Pero al tratamiento para el mieloma múltiple prefería no hacerlo.

«Doctor, he vivido mi vida. Soy mayor. Ya tomo demasiados fármacos. No tengo familia y sería muy difícil lidiar con los efectos secundarios y con tanta dependencia del hospital. Mientras pueda cuidarme sola no quiero más tratamientos, al menos no por ahora. Hablamos dentro de unos meses si sigo aquí», dijo al Dr. Kusminsky antes de salir de la consulta.

En el artículo se mencionó que respuestas como las brindadas por la señora G. O. desatan perplejidad en la ciencia médica moderna y configuran una situación considerada tan inusual que lleva a la puesta en marcha de protocolos para descartar que el o la paciente tenga depresión o algún otro factor psicológico que motive el rechazo de un tratamiento que podría prolongarle la vida.

Por el contrario, cuando aceptan determinado tratamiento oncológico no se requiere dicha verificación, ya que se asume que es el curso de acción «normal».

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Fecha de publicación lunes 16 de junio de 2025/ Medscape por Dr Fernando Fuentes.