Consumo de dosis de cannabis reduce ingesta de alcohol: estudio
cigarro de cannabis y alcohol.Imagen: Istock
Bienvenidos a Factor de Impacto, su dosis semanal de comentarios sobre un nuevo estudio en medicina. Soy el Dr. F. Perry Wilson, de la Facultad de Medicina de Yale, en New Haven, Estados Unidos.
Estoy a punto de mostrarles algunos datos que indican que fumar marihuana reduce el consumo de alcohol. Pero antes de hacerlo, quiero dedicar un minuto a que nos demos cuenta de lo extraño que es este hallazgo, porque los datos observacionales son increíblemente claros: el trastorno por consumo de cannabis (consumo problemático de cannabis) y el trastorno por consumo de alcohol son afecciones increíblemente comorbidas. De hecho, 60 % de las personas con trastorno por consumo de cannabis también tienen trastorno por consumo de alcohol. Las personas que fuman marihuana son más propensas a beber alcohol y las personas que beben alcohol son más propensas a fumar marihuana.
Entonces, ¿cómo pasamos de ese conjunto de datos a un ensayo aleatorizado que demuestra que el consumo de marihuana inhibe el consumo de alcohol? Bueno, es una historia tan antigua como… la clase de estadística, supongo. La correlación no es causalidad.
La marihuana y el alcohol se consumen con frecuencia juntos, se podría decir que van de la mano, y podemos conceptualizar algunas cuantas razones diferentes por las que esto es así.
¿Un mecanismo? Quizás las dos drogas se complementan entre sí. Consumir más de una lleva a consumir más de la otra. El consumo de alcohol aumenta claramente el comportamiento de riesgo y disminuye las inhibiciones, por ejemplo, y eso podría promover el consumo de cannabis, lo que podría aumentar aún más el «deseo» de alcohol.
Pero esa no es la única posibilidad. Podría ser que estas drogas vayan juntas porque el tipo de persona que consume una es el tipo de persona que consume la otra. Este es un argumento fenotípico. Algunas personas son menos reacias al riesgo o buscan más emociones fuertes, o consumen estas sustancias para automedicarse, o simplemente son, ya saben, fiesteras.
En ese contexto, es de esperar que el alcohol, la marihuana e incluso otras drogas tiendan a circular en los mismos círculos, lo que no significa que cualquiera de ellas sea causa del consumo de las demás. Simplemente están correlacionadas.
De hecho, es posible que exista una correlación como esa incluso cuando una droga sustituye a la otra. El modelo de sustitución postula que el objetivo del individuo puede ser simplemente drogarse, alterarse, relajarse o lo que sea, y que el agente concreto que lo consigue no importa. En ese contexto, aunque ambas drogas sean consumidas juntas, el consumo de una puede suprimir el consumo de la otra.
Es increíblemente difícil desentrañar todos estos factores, pero me encanta la forma en que el equipo investigador, dirigido por la Dra. Jane Metrik de la Universidad Brown, lo intentó en este estudio, «Acute Effects of Cannabis on Alcohol Craving and Consumption: A Randomized Crossover Trial» [Efectos agudos del cannabis sobre el deseo y el consumo de alcohol: un ensayo cruzado aleatorizado], publicado en American Journal of Psychiatry
A veces, la mejor manera de comprender fenómenos biosociológicos complejos es descartar tantas variables como sea posible, y eso es lo que hicieron en este ensayo aleatorizado con 157 personas, todas ellas consumidoras habituales de alcohol y fumadoras de marihuana.
Este fue el diseño del experimento: en tres ocasiones distintas, en orden aleatorio, llevaron al participante al laboratorio y le pidieron que fumara lo que se le dijo que era un cigarrillo de marihuana. Una semana, el cigarrillo contenía 7,2 % de tetrahidrocannabinol; por cierto, eso es aproximadamente la mitad de lo que suele haber en un cigarrillo de marihuana de dispensario hoy en día), otra semana el cigarrillo tenía 3,1 % de tetrahidrocannabinol y otra semana era un cigarrillo placebo sin prácticamente nada de tetrahidrocannabinol.

Por si acaso les preocupa que estas dosis no fueran suficientes para notar algún efecto, las y los participantes sintieron claramente los efectos, tanto subjetiva (según se ve en estas gráficas que muestran un aumento de la sensación de felicidad y ansiedad, algo típico) como objetivamente, como se puede ver en esta gráfica de la frecuencia cardiaca.
Fecha de publicación jueves 11 de diciembre de 2025/Medscape Dr. F. Perry Wilson
