El “kit de supervivencia” de un cardenal en el cónclave: ¿Qué pueden llevar (y qué no)

Un zucchetto, el solideo rojo que usan los cardenales. | Crédito: Vatican Media.
Comenzará en ese momento un periodo de encierro donde la confidencialidad es ley y la excomunión automática acecha a quien ose romper el silencio, mientras el mundo espera, atento a la señal de humo blanco que anunciará la elección de un nuevo pontífice.
Cualquier contacto con el mundo exterior está prohibido, salvo por razones graves y urgentes, como un problema de salud, que, en cualquier caso, debe ser confirmado por un panel de cuatro pares.
La confidencialidad que debe rodear al cónclave no es un detalle trivial. Está explícitamente regulada por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por San Juan Pablo II en 1996 y revisada por Benedicto XVI en 2013.
La Carta Magna, que delinea las líneas maestras del desarrollo de la elección del nuevo Papa, dedica un capítulo entero a la obligación de guardar secreto, prohibiendo a los cardenales divulgar cualquier información sobre el desarrollo de las votaciones, los nombres que más han resonado, las deliberaciones mantenidas en las congregaciones cardenalicias pasadas o cualquier conversación que se refiera al cónclave. La violación de esta norma está castigada con la excomunión automática (latae sententiae), una de las sanciones más severas que contempla el Derecho Canónico.
Con el fin de preservar este clima de confidencialidad, los cardenales electores serán sometidos a unas estrictas condiciones de aislamiento.
Un búnker frente a lo digital
Antes de entrar en la Capilla Sixtina les serán requisados los teléfonos móviles, ordenadores o tabletas, para impedir que accedan a Internet; tampoco pueden leer periódicos, escuchar la radio o ver la televisión; se les prohibirá, además, recibir o enviar correspondencia y, mientras dure el cónclave, no podrán acceder a los medios de comunicación. Pero no sólo están vetados los dispositivos electrónicos, sino también cualquier libro, diario o documento que no tenga carácter devocional o litúrgico.
Para que esta disposición se cumpla a rajatabla, varios técnicos especializados del Vaticano se encargarán de revisar meticulosamente el espacio de la Capilla Sixtina y sus alrededores para detectar cualquier dispositivo de escucha, grabación o transmisión.
De hecho, antes de entrar en la Capilla Sixtina, los cardenales pasarán por un discreto control realizado por personal del Vaticano que verifica que no porten objetos no autorizados.
Según informó el diario italiano Il Corriere della Sera, se ha reforzado la ciberseguridad del cónclave para convertirlo en un auténtico búnker, con la instalación de dispositivos para bloquear señales de celulares (jammers), escudos anti-drones y láminas protectoras en los ventanales para impedir cualquier intento de filtración o escucha externa. Además, expertos en seguridad han revisado la sala para detectar micrófonos, cámaras ocultas o cualquier tecnología de espionaje.
Las únicas imágenes grabadas permitidas de este proceso que marcará el futuro de la Iglesia son las que el propio Vaticano difundirá al comienzo del cónclave, durante el juramento de secreto que deben hacer todos los cardenales electores.
En todo caso, hay objetos que no están sujetos a las estrictas restricciones del cónclave, por lo que los cardenales pueden llevarlos a la Capilla Sixtina. Entre ellos se incluyen artículos religiosos como el breviario, el rosario y otros textos devocionales, así como objetos personales indispensables como gafas, bastones o audífonos.
También se permite el ingreso de medicamentos, siempre que su uso haya sido aprobado por motivos de salud.
Sólo los cardenales electores pueden estar presentes durante la votación, aunque otras personas, como médicos, auxiliares administrativos y personal de limpieza pueden entrar en diferentes momentos. También estos ayudantes están sometidos a estrictas normas de silencio y confidencialidad, bajo pena de excomunión.
Fecha de publicación sábado 3 de mayo de 2025 / Por Victoria Cardiel