Familias mexicanas desechan hasta 3 mil 500 pesos en alimentos durante diciembre
CIUDAD DE MÉXICO.MX. — Con información de Durante las fiestas decembrinas la cantidad de alimentos que se compra, pero no se consume, aumenta de tal manera que significa una pérdida de entre mil y tres mil 500 pesos por familia, según informó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
De acuerdo con el investigador de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad, Luis Fernando González Martínez, la población con menores ingresos invierte un 15 por ciento más de su gasto total en alimentos para la época navideña, mientras que la de mayor ingreso destina un 8 por ciento más a estas compras.
Lo que significa que las familias de más escasos recursos estarían tirando directamente a la basura un aproximado de mil pesos, y las de mejor posición económica harían lo propio con cerca de 3 mil 500 pesos, todo en detrimento no solo de sus economías sino también del medio ambiente.
A nivel global, se estima que cerca del 40 por ciento de los alimentos que se producen nunca se consumen, de tal manera que esta situación se ha convertido en uno de los retos ambientales más grandes de la actualidad. Y el problema se agudiza durante las fiestas decembrinas, cuando los hogares tienen mayor estabilidad económica.
No obstante, es posible mitigar el desperdicio en cada hogar, con pequeñas acciones que pueden ejecutarse antes, durante y después de la cena.
En entrevista con El Sol de México, la gerente de Alianza Alimentaria y Acción Climática, Sofía Ruiz Oldenbourg, advierte que llevar este tema a la mesa familiar y a hacer conciencia sobre las consecuencias de tirar la comida es trascendental para no solo cuidar el bolsillo, sino también el medio ambiente.
“Podemos planear qué vamos a comprar y a cocinar, elegir más alimentos de origen vegetal y adquirir aquellos que son imperfectos; es decir, el jitomate que no está tan ‘redondito’ o la zanahoria que parece mutante, que al final son aptos para consumo, pero que terminan en la basura. Durante las cenas, podemos invitar a la familia a que se sirva solo lo que se va a terminar y después de las fiestas, aprovechar, congelar, reinventar, donar o compartir lo que quedó en las mesas. El reto es no dejar que ningún alimento llegue a la basura”, dice.
La especialista en políticas alimentarias sostenibles, con más de 10 años de experiencia en conservación medioambiental, explica que tirar comida significa necesariamente tirar los recursos naturales que se utilizaron en la cadena de producción y subraya que pequeños cambios en estas fechas “tienen un impacto enorme, que pueda replicarse a lo largo de todo el año”.
“Durante las fiestas solemos preocuparnos porque no falte comida en la mesa, pero muy pocas veces pensamos en lo que va a sobrar. El detalle es que cuando tiramos comida también estamos tirando el agua, la energía, la tierra y el trabajo que se necesitaron para producirla y este desperdicio contribuye al cambio climático. Además, agrava problemas sociales como la inseguridad alimentaria o el aumento de los precios de alimentos”, detalla.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se estima que el desperdicio contribuye al 10 por ciento de la generación de los gases de efecto invernadero, pues la comida en descomposición produce metano, un gas aún más contaminante que el dióxido de carbono (CO2), que se emite a la atmósfera y que abona al calentamiento global.
Como gerente de una organización civil comprometida con la transformación del sistema alimentario, Ruiz Oldenbourg invita a las personas a que este fin de año prueben nuevas recetas a base de plantas o reducidas en alimentos de origen animal, no solo en beneficio de su salud, sino también del planeta.
“Por supuesto que la idea es no desperdiciar, pero no es lo mismo tirar 100 gramos de frijoles que 100 gramos de carne a la basura, en ésta última hay una doble carga de impacto ambiental y social. Cuando se desperdician alimentos de origen animal no solo estamos tirando el producto final sino que estamos tirando recursos naturales. Imagina tan solo que para producir un kilo de carne de res se requieren entre 15 y 25 kilos de alimentos de origen vegetal, ya sea granos, semillas y soya y todo eso termina en los tiraderos”, detalla.
Así que para mitigar el daño y avanzar hacia prácticas sostenibles, la ingeniera ambiental propone apostar a rediseñar los sistemas alimentarios en México y caminar hacia un mayor consumo de alimentos de origen vegetal.
“Los lácteos, la carne y otros alimentos requieren de una atención especial y son más difíciles de aprovechar una vez que salen de refrigeración o que superan su fecha de consumo. En cambio, las legumbres, cereales, frutas y verduras, además de que tienen una huella ambiental mucho menor, también son más versátiles, más fáciles de conservar y de re-aprovechar. Lo importante es que pueden transformarse en distintos platillos a lo largo de varios días y esto definitivamente reduce la probabilidad de que la comida termine en la basura”, sentencia.
PUBLICADO EL 25 DE DICIEMBRE DE 2025 Con información de El Sol de México)
