Morning Meeting: Los mercados resisten mientras se avecina un nuevo shutdown en EE.UU.

ESTADOS UNIDOS DEL NORTE DE AMÉRICA. — La semana pasada, los mercados financieros estaban en vilo ante el riesgo de una corrección tras el repunte de los índices estadounidenses desde sus mínimos de abril. Finalmente, Wall Street registró pérdidas modestas, mientras que Europa logró avanzar algo más. Esta mañana, el sentimiento parece mantenerse positivo, a pesar de la persistente inquietud por un posible bloqueo presupuestario en Estados Unidos al cierre del mes.
El ambiente de saturación alcista que se cernía sobre los mercados estadounidenses se disipó el viernes con el rebote de los índices tras tres sesiones consecutivas de caídas. Aun así, Wall Street cerró la semana con un ligero descenso, pese al récord del S&P 500, que alcanzó los 6.699 puntos el martes. Europa salió mejor parada gracias a una recuperación más sólida el viernes: índices como el Stoxx Europe 600, el CAC 40 y el DAX terminaron la semana al alza. Si no ocurre ningún contratiempo de aquí a mañana por la noche, septiembre de 2025 no empeorará el ya sombrío historial bursátil que suele asociarse a este mes.
Por lo demás, todo sigue su curso habitual: la Casa Blanca continúa marcando el ritmo en materia económica y política a nivel global. Hasta hace poco, la política monetaria ocupaba el centro del escenario. Aunque sigue presente, esta semana ha sido desplazada por el resurgimiento del bloqueo presupuestario en Estados Unidos, el conocido como shutdown. Esto ocurre cuando el Congreso no aprueba a tiempo la financiación del gobierno federal, ya que la Constitución estadounidense prohíbe gastar fondos sin autorización previa. Conviene no confundir el shutdown con el techo de deuda: el primero es una cuestión presupuestaria; el segundo, un problema relacionado con el límite de endeudamiento. No obstante, comparten ciertos rasgos: generan caos y requieren mayorías o consensos políticos para resolverse.
El resultado más visible de un shutdown es el cierre de museos, la suspensión temporal de empleados públicos y la paralización de servicios gubernamentales. Solo las funciones consideradas esenciales -como las fuerzas armadas, la sanidad o el control aéreo- siguen operativas. Los shutdowns se han convertido casi en una tradición estadounidense, al nivel del pavo de Acción de Gracias. El más largo tuvo lugar en 2018-2019, bajo la presidencia de Donald Trump, con 35 días de parálisis por el conflicto en torno a la financiación del muro en la frontera con México. Antes de eso, se han producido cerca de una veintena en los últimos 50 años, casi siempre por los mismos motivos: estrategias políticas, tácticas de comunicación o guerras presupuestarias, y muchas veces todo a la vez. No es un defecto del sistema; es el sistema mismo.
La gravedad de un shutdown puede leerse en dos niveles. A corto plazo, el impacto económico directo es limitado: los salarios atrasados suelen pagarse más adelante y la economía privada sigue funcionando. Pero las consecuencias simbólicas y políticas son considerables: una imagen de Estado disfuncional, pérdida de confianza pública, inquietud en los mercados financieros, demoras en servicios, entre otros efectos.
Los mercados suelen reaccionar con cierta volatilidad ante un shutdown, aunque las turbulencias fuertes son poco frecuentes, salvo que la situación revele un problema de fondo o concentre otras preocupaciones latentes. Donald Trump tiene previsto reunirse hoy con los cuatro principales líderes del Congreso para tratar de evitar un cierre del gobierno a partir de la noche del 30 de septiembre, es decir, mañana. Lo habitual es que se logre un acuerdo de última hora y todo vuelva a la normalidad… hasta el próximo episodio. Pero no hay garantías.
PUBLICADO EL 29 DE SEPTIEMBRE DE 2025 Con información de Reuters)