Música sacra es buena para el cerebro y el alma: afirma neurocientífica
partitura. Imagen : Istock
Hace 1700 años, se atribuyó a San Agustín la frase: “Quien canta, ora dos veces”. Hoy, las investigaciones científicas muestran que quien canta, interpreta o escucha música también enriquece y fortalece su cerebro, según la neurocientífica católica Kathlyn Gan.
Y no solo eso: la música sacra podría producir efectos aún más beneficiosos.
Gan, quien dirige un laboratorio de investigación en la Universidad de Toronto, compartió esta alentadora noticia a unas 50 personas durante una charla el 30 de octubre en St. Francis de Sales, en Burnaby, Ontario.
En su presentación de una hora, titulada “La neurociencia de la música sacra”, Gan —exdirectora de coro y acompañante— describió cómo las investigaciones demuestran que la música puede formar parte de un estilo de vida saludable que ayuda a contrarrestar el deterioro mental asociado al envejecimiento.
La música también puede ayudar a prevenir la aparición del Alzheimer, que en hasta un 95% de los casos puede deberse a factores no genéticos, como obesidad, hipertensión, tabaquismo, sordera, lesiones cerebrales y aislamiento social.
La música no solo estimula el cerebro de formas especiales, sino que también fomenta conexiones sociales saludables cuando se interpreta en grupo, señaló Gan, quien actualmente es músico litúrgico en la Arquidiócesis de Toronto.
En declaraciones a The B.C. Catholic, explicó que la música es codificada e integrada por múltiples regiones cerebrales, estimulando vías neuronales que regulan la memoria, el movimiento, la recompensa, la emoción y la empatía.
“Basándonos en esos efectos, la música puede ayudarnos a mantener la mente activa y a fomentar conexiones sociales, lo que a su vez puede ayudarnos a mitigar el riesgo de enfermedad de Alzheimer”, afirmó.
Gan, quien obtuvo su doctorado en la Universidad Simon Fraser en Burnaby y realizó estudios posdoctorales en la Universidad Stanford en California, señaló que la musicoterapia se usa ampliamente como parte de un enfoque holístico para mejorar problemas conductuales y promover conexiones sociales durante las fases media y avanzada del Alzheimer.
Gan destacó que recientemente la CBC informó que médicos en Montreal se han asociado con la sinfónica de la ciudad para recetar música como medicina.
“Los médicos recibirán recetas que entregarán a los pacientes. Los pacientes nos llamarán, y nosotros les daremos a cada uno dos entradas gratis”, dijo Mélanie La Couture, directora ejecutiva de la Orquesta Sinfónica de Montreal.
Aún más beneficios podrían provenir —al menos en teoría— de escuchar o cantar música sacra, que Gan define como cualquier música —desde el canto gregoriano y lo clásico hasta el jazz y el góspel— que contribuya a la solemnidad y belleza de la Misa, promueva una reflexión más profunda sobre las lecturas y la homilía, y glorifique a Dios.
No obstante, será un desafío para los científicos probar los beneficios especiales de la música sacra debido a las percepciones subjetivas de los oyentes o músicos, y al grado variable de formación y comprensión espiritual, señaló Gan.
Sin embargo, al menos, escuchar o interpretar música sacra ayuda a una persona a crecer en la fe y a amar a Dios, afirmó en su presentación.
Además de los tres títulos obtenidos en SFU, Gan posee también un diploma asociado del Royal Conservatory of Music y es una destacada pianista clásica que comparte su talento y su fe en iglesias y en la comunidad. Entre sus actividades se encuentran presentaciones con sus alumnos de piano en residencias de ancianos y centros de cuidados prolongados, así como la interpretación de piano en programas de musicoterapia y atención espiritual.
Ella considera su ministerio musical como una forma de oración que la desafía no solo a reconocer temas e imágenes bíblicas, sino también a comunicarlos “de una manera que honre el contexto histórico de los himnos y comparta mi propia espiritualidad y experiencia de vida”.
Sus estudios y su ministerio no solo han profundizado su aprecio por la complejidad de la mente humana y su capacidad para reflejar la humildad, compasión, perdón y amor de Cristo, sino que también “han impulsado mi crecimiento espiritual y enriquecido mi fe”, señaló.afirma neurocientífica.
Fecha de publicación martes 18 de noviembre de 2025/ACI Prensa
