Ago 12, 2025

PEDRO MELLADO R.: Morena debe extirpar el huevo de la serpiente

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CIUDAD DE MÉXICO.MX.—  «En algunos de los tejidos más sensibles del proyecto de la Cuarta Transformación está incubado el huevo de la serpiente de la insidia, la hipocresía y la traición, y la mayoría de la gente lo sabe o lo percibe, por lo que exige del Gobierno de Sheinbaum Pardo que actúe con firmeza para expulsar de su muy exclusivo paraíso a quienes asumen que el poder es sólo para enriquecerse y hacer negocios con el dinero de los contribuyentes, al amparo de los cargos públicos.»

 

 

 


Responsable moral, ética y política del proyecto de la Cuarta Transformación, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tendrá que hacer su mejor esfuerzo para extirpar del corazón de Morena y del Gobierno, el cáncer de la corrupción, que sigue incubado en muchos de los rincones a los cuales todavía no ha llegado la luz que desenmascare a quienes no han entendido en su verdadera dimensión, que los casi 36 millones de ciudadanos que votaron por este proyecto de izquierda, esperan que llegue el cambio verdadero, que muestre que la vida en este país puede ser diferente y mejor.

 

 

 

En algunos de los tejidos más sensibles del proyecto de la Cuarta Transformación está incubado el huevo de la serpiente de la insidia, la hipocresía y la traición, y la mayoría de la gente lo sabe o lo percibe, por lo que exige del Gobierno de Sheinbaum Pardo que actúe con firmeza para expulsar de su muy exclusivo paraíso a quienes asumen que el poder es sólo para enriquecerse y hacer negocios con el dinero de los contribuyentes, al amparo de los cargos públicos. Los corruptos enquistados en las filas de la Cuarta Transformación van desnudos y no se dan cuenta, pero sus nombres aparecen como hongos después de la lluvias en todas las redes sociales y medios de comunicación, de todo origen y naturaleza. Y la gente los señala con el dedo, esperando que en algún momento los alcance el largo brazo de la justicia.

 

 

 

Abrigada por el voto mayoritario del pueblo, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo nada le debe a las cofradías de canallas que durante décadas han usufructuado el poder para su beneficio y que todavía permanecen por ahí, agazapados, siempre dispuestos a cometer abusos y tropelías, en las filas de Morena y en su Gobierno, a los que hipócritamente dicen respaldar.

 

 

 

Advierte Nicolás Maquiavelo en el Capítulo IX de “El Príncipe”, su célebre tratado sobre política y gobierno: “El que llega al principado con la ayuda de los nobles se mantiene con más dificultad que el que ha llegado mediante el apoyo del pueblo, porque los que lo rodean se consideran sus iguales, y en tal caso se le hace difícil mandarlos y manejarlos como quisiera. Mientras que el que llega por el favor popular es única autoridad, y no tiene en derredor a nadie o casi nadie que no esté dispuesto a obedecer”.

 

 

 

Didáctico, el filósofo florentino explica: “[El gobernante] no puede honradamente satisfacer a los grandes sin lesionar a los demás; pero, en cambio, puede satisfacer al pueblo, porque la finalidad del pueblo es más honesta que la de los grandes, queriendo éstos oprimir, y aquél no ser oprimido”.

 

 

 

Excepcional por su rectitud, honradez, austeridad, coherencia y patriotismo, muchos lo nombran, lo citan, pero pocos lo imitan. Fingen hipócritamente que asumen su ideario, pero muy pocas personas les creen. Don Benito Pablo Juárez García (nacido en San Pablo Guelatao, Oaxaca, el 21 de marzo de 1806 y fallecido en la Ciudad de México el 18 de julio de 1872) advertía que había malas costumbres que sólo servían para satisfacer la vanidad y la ostentación de los gobernantes, como la de tener guardias de Fuerza Armada en sus casas y la de llevar en público atuendos ostentosos.

 

 

 

El Presidente Juárez -quien preservó y consolidó la República frente a la intervención francesa, de 1862 a 1867- abolió esas prácticas, porque decía que “la respetabilidad del gobernante le viene de la ley y de su recto proceder, y no de trajes ni de aparatos militares propios sólo para los reyes de teatro”.

 

 

 

Don Benito estableció el perfil del servidor público al que debían ceñirse, estrictamente, los hombres honrados y cabales: “No se puede gobernar -advertía Juárez García-, a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No se pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala”.

 

 

 

Se exhiben y los exhiben en redes sociales con sus caros atuendos y sus marcas ostentosas, en su mundo de oropel y con sus ropajes lujosos, buscan afanosamente el reconocimiento y la respetabilidad que jamás les concederán las personas honradas.

 

 

 

Duros de corazón y cerrados de entendimiento, la mayoría de los políticos que ostentan su riqueza ignoran la cruel realidad en la que sobreviven, todos los días, millones de mexicanos pobres y desvalidos, para quienes no hay futuro venturosos, más allá de la angustia de las siguientes horas, en las que les consume la cotidiana angustia de no saber con qué le darán de comer al día siguiente a su familia.

 

 

 

 

En el extravío de sus conductas y de sus conciencias, una enorme cofradía de políticos se pavonean en los pasillos de los congresos, donde presumen su falsa investidura de representantes populares, pues han olvidado lecciones luminosas como las que proclamó en “Los Sentimientos de la Nación”, el insurgente José María Morelos y Pavón, el martes 14 de septiembre de 1813, en la Ciudad de Chilpancingo, hoy Guerrero.

 

 

 

Decía el punto 12 de esos Sentimientos: “Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia; y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”. Agregaba Morelos: “Que las leyes generales comprendan a todos, sin excepción de cuerpos privilegiados (…) Que para dictar una Ley se haga Junta de Sabios, en el número posible, para que proceda con más acierto».

 

 

 

En la bruma del tiempo se han perdido algunos enunciados “Del Espíritu de las Leyes” (1748), del filósofo francés Charles-Louis de Secondat Montesquieu, sobre los sentimientos que debieran inspirar a los servidores públicos.

 

 

 

“La virtud en una República, -decía el filósofo francés- es la cosa más sencilla: es el amor a la República; es un sentimiento y no una serie de conocimientos, el último de los hombres puede sentir ese amor como el primero”. Advertía también Montesquieu: “Cuando el pueblo tiene buenas máximas, las practica mejor y se mantiene más tiempo incorruptible que las clases altas; es raro que comience por él la corrupción”.

 

 

 

La prédica de la austeridad republicana y la honrada medianía que deben distinguir a los servidores públicos es una reiterada arenga de la Presidenta Sheinbaum Pardo.

 

 

 

“Nosotros tenemos la responsabilidad de seguir insistiendo que los viajes lujosos y la vida lujosa no tiene que ver con el movimiento de Transformación, independientemente de dónde vengas […] si nuestro origen es empresario, clase media o venimos de un origen más humilde; cuando llegamos a un puesto de representación popular o queremos dedicarnos a la política desde una perspectiva de la Transformación profunda de México que estamos viviendo, tenemos que estar siempre cerca del pueblo, tener los pies en la tierra. No olvidar que nuestra misión, porque es una misión, es: disminuir la pobreza, las desigualdades; el bienestar del pueblo. Y para eso no se necesita vivir con lujos», dijo la Presidenta en su conferencia mañanera del viernes primero de agosto del 2025.

 

 

 

Insistió la mandataria en que Andrés Manuel López Obrador rescató el ideario juarista, que rige a la Cuarta Transformación: “Por eso, ahora en la Constitución, los ministros de la Corte van a ganar menos que la Presidenta de la República; y no van a tener estos lujos y estos privilegios de los que durante tanto tiempo gozaron los gobernantes, que, además de la corrupción, pensaban que llegar al poder era rodearse de guaruras, ir a comer a los mejores restaurantes, cambiarse de casa y convertirse en una persona alejada del pueblo”. Esas conductas, señaló, son contrarias a la austeridad republicana que deben asumir quienes participan en el movimiento de la Cuarta Transformación.

 

 

 

La Presidenta tendrá que utilizar todos los recursos de inteligencia que su Gobierno ha consolidado, en la investigación de la delincuencia organizada y en uso de recursos de procedencia ilícita, para escudriñar en la conducta de una buena cantidad de personajes vinculados a su partido y a su gobierno, que están bajo sospecha, tanto en el Poder Ejecutivo bajo su mando directo, como en los espacios del Poder Legislativo, cámaras de diputados y senadores.

 

 

 

 

Los profundos cambios en el Poder Judicial de la Federación permitirán a la Presidenta apelar al Tribunal de Disciplina Judicial para conjurar o inhibir la posibilidad de que algunos vivales consigan el amparo de jueces o magistrados, utilizando argucias jurídicas o recurriendo a otros métodos más convincentes, lubricados con generosas recompensas, para torcer el recto camino de la justicia.

 

 

 

Quienes están enquistados de alguna forma en el proyecto de la Cuarta Transformación, desde las filas de alguno de los tres poderes del Estado, jamás renunciarán de manera voluntaria a sus cotos de poder o a sus privilegios, porque de las mismas dimensiones de su ambición y de su corrupción, es el riesgo de la traición. Contra ellos la Presidenta tendrá que actuar con mano dura. Y para ello necesitará también una Fiscalía General de Justicia de la República, para lo cual tendrá que promover la renuncia o declinación de Alejandro Gertz Manero, para ubicar en esa posición a alguien de su más absoluta confianza.

 

 

 

PUBLICADO EL 09 DE AGOSTO DE 2025 Con información de  PEDRO MELLADO RODRÍGUEZ/SIN EMBARGO)

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